Pocas historias me han marcado tanto como Vidas Minadas, de Gervasio Sánchez.No hay palabras suficientes para agradecer su labor. "Periodista y comprometido es lo mismo. Yo trabajo para salvar mi conciencia. Es la obligación de un periodista. Es obligación hacer bien mi trabajo". Su grandeza como fotoperiodista y su humildad como ser humano son inspiradoras.
Vidas minadas, cuenta la historia y lucha de niños y niñas de nueve países, quienes han sido afectados por minas antipersona. Historias como la de Sokheurm Man, quien pisó una mina antipersona en una zona rural de Siem Reap (Camboya), cuando se dirigía al colegio con Chai Chun, su mejor amigo.Sokheurm Man perdió a su amigo y su pierna derecha le fue amputada por el riesgo a la gangrena.
Mónica Paola, de 8 años, iba hacia su casa desde el colegio de la vereda Taracue, de San Pablo (sur de Bolívar), cuando se enredó en unas raíces, perdió el equilibrio y activó una mina que le destrozó los ojos.
El compromiso de Gervasio va más allá, se ha convertido de cierto modo en el padre de éstos niños, ha seguido sus historias durante diez años, y ahora gracias a su apoyo, ha visto como se han convertido en profesionistas, madres y padres de familia.
El Derecho Internacional Humanitario, mediante el tratado de Ottawa, prohíbe el empleo y producción de las minas antipersona. Más de 150 países apoyan éste tratado, en el cual Estados Unidos, Rusia y China, miembros del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas,no están dentro, ¿por qué será? .... Estos tres países tienen millones de minas almacenadas, que son un peligro eminente. En cualquier momento un civil puede activarlas por accidente.
En el 2008, al recibir el premio Ortega y Gasset, que otorga el diario El País, Gervasio emitió un discurso el cual no pareció gustarle mucho a los ministros, entre ellos el Alcalde de Madrid, Alberto Ruiz Gallardón. Este discurso prácticamente fue ignorado por la mayoría de los medios. La verdad incomoda siempre. Aquí el discurso:
Estimados miembros del jurado, señoras y señores:
Es para mí un gran honor recibir el Premio “Ortega y Gasset” de Fotografía, convocado por El País, diario donde publiqué mis fotos iniciáticas de América Latina en la década de los ochenta y mis mejores trabajos realizados en diferentes conflictos del mundo durante la década de los noventa, muy especialmente las fotografías que tomé durante el cerco de Sarajevo.
Quiero dar las gracias a los responsables de Heraldo de Aragón, del Magazine de La Vanguardia y la Cadena Ser por respetar siempre mi trabajo como periodista y permitir que los protagonistas de mis historias, tantas veces seres humanos extraviados en los desaguaderos de la historia, tengan un espacio donde llorar y gritar.
No quiero olvidar a las organizaciones humanitarias Intermon Oxfam, Manos Unidas y Médicos Sin Fronteras, la compañía DKV SEGUROS y a mi editor Leopoldo Blume por apoyarme sin fisuras en los últimos doce años y permitir que el proyecto “Vidas Minadas”, al que pertenece la fotografía premiada, tenga vida propia y un largo recorrido que puede durar décadas..
Señoras y señores, aunque sólo tengo un hijo natural, Diego Sánchez, puedo decir que como Martín Luther King, el gran soñador afroamericano asesinado hace 40 años, también tengo otros cuatro hijos víctimas de las minas antipersonas: la mozambiqueña Sofia Elface Fumo, a la que ustedes han conocido junto a su hija Alia en la imagen premiada, que concentra todo el dolor de las víctimas, pero también la belleza de la vida y, sobre todo, la incansable lucha por la supervivencia y la dignidad de las víctimas, el camboyano Sokheurm Man, el bosnio Adis Smajic y la pequeña colombiana Mónica Paola Ojeda, que se quedó ciega tras ser víctima de una explosión a los ocho años.
Sí, son mis cuatro hijos adoptivos a los que he visto al borde de la muerte, he visto llorar, gritar de dolor, crecer, enamorarse, tener hijos, llegar a la universidad.Les aseguro que no hay nada más bello en el mundo que ver a una víctima de la guerra perseguir la felicidad. Es verdad que la guerra funde nuestras mentes y nos roba los sueños, como se dice en la película “Cuentos de la luna pálida” de Kenji Mizoguchi.
Es verdad que las armas que circulan por los campos de batalla suelen fabricarse en países desarrollados como el nuestro, que fue un gran exportador de minas en el pasado y que hoy dedica muy poco esfuerzo a la ayuda a las víctimas de las minas y al desminado.
Es verdad que todos los gobiernos españoles, desde el inicio de la transición, encabezados por los presidentes Adolfo Suarez, Leopoldo Calvo Sotelo, Felipe González, José María Aznar y José Luis Rodríguez Zapatero, permitieron y permiten las ventas de armas españolas a países con conflictos internos o guerras abiertas
Es verdad que en la anterior legislatura se ha duplicado la venta de armas españolas al mismo tiempo que el presidente incidía en su mensaje contra la guerra y que hoy fabricamos cuatro tipos distintos de bombas de racimo cuyo comportamiento en el terreno es similar al de las minas antipersonas
Es verdad que me siento escandalizado cada vez que me topo con armas españolas en los olvidados campos de batalla del tercer mundo, y que me avergüenzo de mis representantes políticos.
Pero como Martin Luther King, me quiero negar a creer que el banco de la justicia está en quiebra, y como él, yo también tengo un sueño: que, por fin, un presidente de un gobierno español tenga las agallas suficientes para poner fin al silencioso mercadeo de armas que convierte a nuestro país, nos guste o no, en un exportador de la muerte.
Muchas gracias.
Muchas gracias.
Sofia Elface Fumo con su hijo leonaldo febrero de 2002
Sofia con sus dos hijos marzo 2007
Sokheurm Man, una mina le amputó una pierna con sólo 14 años cuando volvía del colegio en Camboya.
Sokheurm Man, con su mujer Nin Lin y su hijo.
Mónica Paola Ojeda, quedó ciega y manca el 21 de febrero de 2003
tras la explosión de una mina cuando volvía del colegio.
Mónica Paola Ojeda en la actualidad.
Adis Smajic, dos días después de la explosión, Marzo de 1996
Adis Smajic en la actualidad, con su novia.
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