Otra de mis obsesiones visuales es el cine. Tengo la fortuna de tener en mi familia un gran crítico de cine. Mi pasatiempo de pequeña era refugiarme en su estudio y ver los posters de películas y sus fotos junto a Johnny Deep y River Phoenix, junto a Welles, Scorsese, Coppola, Tarantino. Sigue siendo mi pasatiempo llegar y observar las nuevas fotografías,escuchar sus anéctodas sobre las entrevistas y las fiestas privadas con los directores y actores, y recorrer los anaqueles interminables de películas nuevas por descubrir.
Hace poco descubrió en Tarantino su alma gemela al compartir gustos por la lucha libre y las películas mexicanas de culto. Somos una familia muy cinéfila y en gran parte se lo debemos a él. De pequeños solía reunirnos a todos para proyectarnos una y otra vez Star Wars. Descubrimos a Fellini y a Buñuel muy temprano. Nos deleitamos con un cine independiente que iba surgiendo con My Own Private Idaho y Drugstore Cowboy, Eraserhead y Blue Velvet. Gritabamos como locos con el gore de Dario Argento. Reímos con Almodóvar y deliramos con Apocaypse Now, El Padrino y Rumble Fish. Sufrimos con The Shining y amamos la locura de A Clockwork Orange y Taxi Driver. Y asi, cada vez que nos reunimos es todo un ritual de cine y palomitas sin descansos. Maratones que disfrutamos como nada en la vida. Esta nota es para él, gracias por habernos contagiado el amor al cine desde niños, descubrirnos mundos fantásticos, provocarnos la reflexión y el argumento, romper con los convencionalismos y clichés. Y sobretodo valorar la belleza inigualable de la cinematografía. Gracias a esos momentos nació mi pasión por la fotografía.
Algunos de mis momentos en el cine:
Marcello Mastroianni en Otto e mezzo - 8½ de Fellini
Catherine Deneuve en Belle de Jour, de Buñuel.
Jean Paul Belmondo y Jean Seberg, en À bout de souffle, de Godard.
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